
Aprovechando que los jabalíes estaban haciendo daño en un maizal, nos sentamos por la tarde a disfrutar de una espera de jabalí.
A medida que caía la tarde empezamos a ver algunos corzos y ciervos que aprovechaban que ya iba habiendo menos luz para salir a comer.
Ya de noche, empezamos a oír el ruido del pasto y pronto vimos que se trataba de una manada de jabalíes en la que había una hembra sola que podíamos tirar.
Como venían en nuestra dirección y teníamos el aire de cara, esperamos a que estuvieran cerca y tras un tiro perfecto cobramos al animal, del que aprovechamos la carne y contribuimos a disminuir los daños del maíz.