Rececho de Arruí: En busca de la legendaria oveja del desierto

No tardamos en encontrar un gran grupo de animales, donde sospechamos que podría haber un arruí trofeo. Finales de octubre es la época de celo, así que los carneros estaban bastante activos. Esperamos a que hubiera más luz para evaluar adecuadamente al arruí más grande del grupo, pero una vez que salió el sol por completo, nos dimos cuenta de que, aunque era un animal hermoso con unas crines impresionantes, aún le quedaban unos cuantos años en las montañas.

Tras decidir pasar de aquel arruí, nos trasladamos a otra zona para localizar un grupo de hembras y carneros más jóvenes, donde seguramente habría un macho dominante. Llevando mochilas con agua y tentempiés, caminamos por un sendero panorámico que serpentea por los lugares favoritos de los arruis.

Vimos algún arruí machos jóven a los que aún les faltaba testosterona para disputar a otros las hembras, pero hacia el mediodía, por fin encontramos un grupo más grande con un verdadero arruí trofeo. Esta vez, el animal merecía la pena.

El grupo estaba tranquilo: las hembras pastaban y los machos se observaban sin mucha intensidad, pues el celo acababa de empezar. No teníamos prisa. Aunque los días de octubre son más cortos, aún teníamos horas de luz.

Decidimos que lo mejor era rodear toda la zona y entrar por detrás de la montaña, una caminata de dos horas pero la opción más segura dada la dirección del viento. Nuestro guía local se quedó para vigilar a los animales mientras Ashley, David y yo iniciábamos la aproximación. Paco, el guía, nos mantuvo informados por radio de los movimientos de los arruí. Nos mantuvimos pacientes, sabiendo que encontraríamos un tiro perfecto desde nuestra posición prevista.

Tras casi dos horas de cuidadoso acecho, estábamos listos para dar el paso definitivo en nuestro rececho de arruí en España.

Desde las rocas donde pensábamos hacer el disparo, divisamos el grupo de arruí unos 200 metros. Estaban relajadas e ignorantes de nosotros, y el carnero trofeo se alimentaba tranquilamente.

Ashley se estabilizó, extendió las patas de su bípode Harris, se tumbó y, tras unos minutos calmando los nervios de la escalada, efectuó un disparo perfecto. El carnero cayó dentro de su propia sombra, marcando la conclusión con éxito de la primera parte de nuestra cacería de ovejas de Berbería. en España.