Con todo nuestro equipo de caza empaquetado, la nevera llena de hielo y bebidas, y el rifle perfectamente puesto a tiro, salimos de Madrid a primera hora de la mañana para recoger a nuestro amigo John en el aeropuerto de Barcelona. Cazamos rebecos pirenaicos en varias zonas montañosas, todas ellas situadas cerca de Barcelona, así que, una vez reunidos con John, no tardamos mucho en llegar a nuestro hotel en el corazón de los Pirineos.
Primera tarde: Avistamiento de Rebecos Pirenaicos en condiciones desafiantes
Tras un breve descanso para recuperarnos del viaje, nos dirigimos directamente a la zona de caza, ansiosos por comenzar la aventura.
El tiempo no estaba de nuestra parte: las nubes bajas, el viento y las nevadas intermitentes dificultaban la visibilidad. A pesar de ello, conseguimos avistar algunos grupos de rebecos pirenaicos dispersos por las escarpadas crestas. Por desgracia, ninguno de ellos estuvo a tiro antes del anochecer, así que dimos por terminada la jornada y regresamos al hotel. Allí disfrutamos de una deliciosa cena tradicional española y nos preparamos para el día siguiente con grandes esperanzas.
Una mañana difícil: Un intento fallido de conseguir un Rebeco medalla de oro
El día siguiente nos recibió con una nevada aún más intensa. La visibilidad era escasa, pero sabíamos con certeza una cosa: desde el hotel no veríamos ningún rebeco. Así que nos preparamos y nos dirigimos a las montañas una vez más.
Tras una corta caminata, avistamos un magnífico rebeco de los Pirineos – un potencial trofeo de medalla de oro. Por desgracia, el fuerte viento dificultó el tiro y John falló. Fue un momento decepcionante, pero forma parte de la realidad de la caza de montaña. Nos reagrupamos y seguimos buscando, decididos a no rendirnos.
Por fin el éxito: un rebeco pirenaico verdaderamente viejo
Justo cuando estábamos a punto de tomarnos un descanso y esperar a que mejorara el tiempo por la tarde, la suerte se volvió a nuestro favor. A una distancia de unos 600 metros, localizamos un rebeco pirenaico excepcionalmente viejo: un auténtico trofeo. El plan era sencillo: nuestro guía local permaneció en un punto elevado para seguir al animal en caso de que se moviera, mientras John y yo iniciamos un lento y cuidadoso acecho.
Tardamos casi una hora en acercarnos a menos de 180 metros debido a la gran altitud, la espesa nieve y los vientos helados. Cuando por fin llegamos a la posición de tiro, el rebeco estaba tumbado, lo que nos obligó a esperar en el frío durante más de 20 largos minutos. Finalmente, el animal se levantó y John realizó un disparo perfecto.
Fue una recompensa fantástica: un rebeco rebeco pirenaico medalla de plata. Un trofeo muy trabajado y merecido tras una exigente cacería de montaña.
¡Enhorabuena a nuestro amigo John, y gracias una vez más por confiarnos tu aventura de caza en España!
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